Cuando Julio César atravesó por vez primera el Rhin, fue el primer general romano que entró en la procelosa Germania.
Después de diecisiete días, volvió sobre sus pasos y destruyó el puente de pontones que había construido.
Los romanos llamaban bárbaros a los pueblos a la otra orilla del Rhin y nunca intentaron seriamente la conquista de esas tierras. De hecho Julio César volvió a hacer otra incursión a germania poco tiempo después, construyó , pero poco mas.Terminò por renunciar a conquistar a esas getes ta burras que comían puerco, Schweinkotelett y sauerkraut.
Los Celtas tenían en su cultura unos santones a los que llamaban druidas.Las fuentes griegas son respetuosas con los druidas, pero la propaganda anti celta de los romanos es muy fuerte ya que veían a los Druidas como santones estrafalarios, peligrosos magos que daban pociones mágicas y se entregaban a sacrificios humanos.
Otras fuentes, sin embargo, nos los describen a los druidas como místicos, figuras patriarcales representados, en términos generales, con largas túnicas y barbas blancas,al igual que muchos médicos hoy día. La vestimenta impone y "aunque la mona se vista de seda, mona se queda" pues a mucha gente las vestiduras adecuadas ( camisa, corbata, bata blanca; hacen mucho). Viste como un médico aunque no hayas acabado la carrera, lo importante aquí es aparentar.Volviendo a los druidas: Los druidas adoraban la naturaleza, en particular a los árboles, como esos ecologistas coñazos que abrazan a los árboles y se encadenan para que no talen las sequoias de California para hacer cerillas....
Nosotros profesamos las inteligentes referencias intelectuales del conocido filántropo George Walker Bush // Matorral ( Bush en ingles yanki)que se dedica a talar arboles y , armado de una potente moto sierra, tala todo lo que pilla, el muy capullo.Lo malo es que no sólo tala a´rboles, también se cargó unos cuantos millares de iraquíes así, por un quítame allá unos barriles de petróleo... puñado de gambas.
Los druidas celtas, los que nos interesan se congregaban en círculos de piedra para llevar a cabo sus ritos religiosos por medio de los cuales dominaban la magia y la adivinación. Esta imagen, muy popularizada, se inmortalizó en la figura de Merlín de la saga artúrica, convirtiéndose en el arquetipo por excelencia de la figura del Druida.
Desde el siglo IV a.C, autores griegos utilizaron el término de “filósofos” para referirse a los Druidas de la Galia, dándoles de este modo el mismo estatus que tenían los “magos” para los persas. En esta época, el término Druida ya se conocía en ambas orillas del Mediterráneo y servía para referirse a “aquellos que mejor ven y perciben lo que vendrá”. En Grecia se comparaba a los Druidas con los pitagóricos y es que, ambos grupos conformaban, en cierto modo, sectas cerradas y elitistas, que cultivaban el secretismo y prohibían poner por escrito sus enseñanzas que eran trasmitidas oralmente.Y ademas el filósofo de Samos, Pitágoras era un pelín rarito, con su extraña manía de no comer habas y ser muy poco sociable. Al final le limpiaron el forro, pese a su teorema. Druidas y Pitagóricos compartían el gusto por el estudio del universo y los números y ambas escuelas practicaban una creencia cuyo objetivo era lograr que las relaciones entre los hombres fueran más armoniosas. Otro de los aspectos en el que coinciden observadores pre-cristianos, latinos y griegos es que los Druidas fueron magníficos astrónomos. Se sabe que crearon un calendario basado en el doble recorrido del sol y de la luna a partir de una constante observación de los astros durante siglos, una práctica que los familiarizó primero con el cálculo, luego con la geometría y por último con las ciencias en general. Todos estos conocimientos hicieron que, en un mundo dominado por élites aristocráticas ocupadas en la guerra, fuesen considerados los Druidas como auténticos guardianes de sabiduría y merecedores del más absoluto respeto.
Debido al acoso y derribo, el extraordinario prestigió de los Druidas no duró eternamente.
Su implicación en asuntos políticos, diplomáticos y judiciales acabó por hacerles perder su carisma ante sus compatriotas y la creciente influencia de Roma, haría el resto.
Los últimos Druidas auténticos, terminarían desapareciendo y los que reivindicaron este título, algunas décadas después, ya no serían sino adivinos o brujos de poca monta puesto que ninguno habría recibido la estricta cábala o educación oral que los aspirantes a Druida adquirían durante largo tiempo de inmenso conocimiento de sus mayores. Quizá sea este el aspecto que abrió la puerta a la leyenda.
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